sábado, 9 de junio de 2012

Londres, 1953



El Acuerdo de Londres de 1953 ofrece un ejemplo de alivio de la deuda externa, la vinculación del pago al desarrollo económico y las capacidades exportadoras. El convenio fue promovido por Estados Unidos, Francia, Reino Unido y otras naciones, todas las cuales parecen haberlo olvidado en estos Por Friedel Hütz-Adamsdías.
Por Friedel Hütz-Adams


     A primera vista, podría causar cierta sorpresa el alivio de la deuda alcanzado mediante el Acuerdo de Londres. Al renunciar a la mayoría de sus pretensiones en contra de la República Federal de Alemania, los poderes victoriosos de la Segunda Guerra Mundial ayudaron a un país que, apenas unos pocos años atrás, había atacado y destruido parcialmente sus propios territorios. Desde una perspectiva realista, sin embargo, este acuerdo representó no tanto un gesto de reconciliación con un viejo enemigo sino, antes bien, una decisión política fríamente calculada. Por medio del alivio de la deuda, los países acreedores buscaban ayudar a la economía y población alemanas a reconstruir su país, estabilizar su democracia y participar en el comercio mundial. Fueron estas motivaciones políticas las que condujeron a su renuncia extensiva de reclamaciones no canceladas, una renuncia que, apreciada desde la perspectiva contemporánea, fue mucho más allá de lo estrictamente necesario.
Adicionalmente, existía otra consideración que incrementó el interés de los países acreedores por aliviar una amplia proporción de las deudas: sus demandas a Alemania después de la Primera Guerra Mundial habían sido una de las razones para la inestabilidad económica de la República de Weimar, uno de los factores que facilitaron el surgimiento del Nacional Socialismo y la toma del poder por Adolf Hitler.



     La dimensión de las deudas en 1952

Después de la Segunda Guerra Mundial, una parte de las deudas alemanas contraídas en la preguerra permanecía todavía sin ser cancelada. Principalmente, tales obligaciones no canceladas estaban compuestas por los préstamos privados, los préstamos Young y Dawes contratados para pagar reparaciones, los préstamos obtenidos después de la guerra y los préstamos derivados del Plan Marshall.
En los primeros años de la posguerra, Alemania no se encontraba en condiciones de pagar sus deudas pues había sido golpeada por el conflicto bélico y su industria había sido parcialmente desmantelada. En 1951, se logró arreglar una condonación parcial de las deudas de la posguerra con los tres poderes aliados de Occidente.
A efectos de poder arribar a una solución global que contemplara la renegociación de todas las deudas anteriores y posteriores a la guerra, las deudas con los gobiernos y bancos privados y las deudas contratadas con inversionistas privados, se estableció una conferencia central en Londres, desde el 28 de febrero al 8 de agosto de 1952, con un receso de seis semanas. La misma duración de las conversaciones indica cuánta energía se destinó a encontrar una solución. En dicho evento estuvieron presentes representantes de 20 países acreedores, del Bank for International Settlements y de los acreedores privados.
Estados Unidos era la potencia que impulsaba tácitamente las negociaciones. Entre sus objetivos se encontraba evitar que, cual consecuencia del bloqueo del acceso alemán al mercado monetario internacional, se gestase un debate permanente y creciente en torno a las viejas deudas. Se buscaba también perpetuar la dependencia alemana de los préstamos públicos provenientes de Estados Unidos (Kampffmeyer 1997).
Alemania recibió una primera gran concesión cuando se fijó el monto total de la deuda a ser renegociada: 29.700 millones de marcos, de los cuales 13.600 millones correspondían a las deudas de la preguerra y 16.200 millones a créditos contratados en la posguerra (cifras basadas en el valor de oro).
De esta manera, con anterioridad al comienzo mismo de las negociaciones, se había logrado aliviar a Alemania de todo el interés y el interés compuesto acumulados desde la suspensión de pagos en 1934 y 1939, respectivamente. Según cálculos modestos basados en una tasa de interés del 5,5 por ciento, aquello significaba que, indirectamente, a Alemania se le había condonado, por lo menos, 14.600 millones de marcos (Hersel 1997). Según la delegación alemana, únicamente para poder saldar sus deudas de la preguerra, la República Federal Alemana habría tenido que destinar una suma anual de 1.500 millones de marcos aproximadamente. Y esto aparecía como intolerable (Abs 1991).



    El Acuerdo de Londres

A diferencia de la mayoría de las conferencias sobre deuda efectuadas en nuestros días, la Conferencia de Londres no pretendía solamente encontrar una solución temporal a los problemas de liquidez sino que, además, se especificaba que el plan de arreglo debería:


       * Tomar en consideración la situación económica general de la República Federal y los efectos de las limitaciones en su jurisdicción territorial; no se debería dislocar la economía alemana a través de efectos indeseables sobre la situación interna financiera. Tampoco se debería drenar indebidamente los recursos alemanes, existentes o potenciales, emanados del comercio exterior. El arreglo no deberá aumentar notablemente la carga financiera de ninguno de los tres gobiernos.


        * Hacer preparativos para un ordenado arreglo global y asegurar un tratamiento equitativo y justo de todos los intereses afectados.
Mediante estos objetivos de largo alcance, se puso el énfasis no en la obtención de los más altos pagos posibles sino en el aseguramiento de la solvencia de la República Federal de Alemania y, de esa manera, en su desarrollo económico y político posterior (Kampffmeyer 1997).


En concordancia con lo anterior, los países acreedores hicieron amplias concesiones. En el curso de las negociaciones, Alemania recibió un alivio del 50 por ciento de las deudas contraídas antes y después de la guerra. La deuda restante llegaba a los 14.450 millones de marcos. De hecho, esta cantidad se redujo aún más en tanto "2.500 millones de marcos no habían sido cargados con intereses; 5.500 millones tenían una tasa de interés que llegaba a los 2,5 por ciento y para 6.300 millones de marcos se estableció un interés que, en promedio, oscilaba entre 4,5 y cinco por ciento. El interés compuesto no fue tomado en cuenta. Todo esto influyó decisivamente en el cálculo de la deuda restante pues, en la mayoría de las cantidades todavía sujetas a negociación, los intereses no pagados eran más altos que los capitales no amortizados (Abs 1991). Se decidió que, durante los primeros cinco años (1953-57), se suspendería el pago de las deudas: Alemania sólo debía pagar anualmente el interés correspondiente a 567.200 millones de marcos. Desde 1958 a 1978, se realizarían pagos anuales de 765 millones de marcos.
Se estableció una corte de arbitraje en caso de que la economía alemana se recuperase menos rápidamente de lo esperado y de que su incapacidad para pagar produjese conflictos.
Los países acreedores estaban conscientes de que, para poder pagar sus deudas, Alemania debería alcanzar un superávit comercial. Consecuentemente, y para ayudarla en sus esfuerzos, los acreedores impulsaron políticas de liberalización comercial (Kampffmeyer 1997). Su propósito era "permitir que Alemania cubriera sus obligaciones solamente por medio de sus excedentes de exportación; quedaba fuera de discusión que pudiera esperarse que cancele sus deudas mediante un castigo permanente a sus reservas monetarias" (Abs 1991).


A pesar de las amplias concesiones efectuadas por los países acreedores, existieron múltiples voces alemanas que consideraron que los pagos impuestos eran intolerables. El resultado de las negociaciones fue vehementemente criticado (Abs 1991). Los pagos se mantuvieron por debajo del cinco por ciento de los ingresos por exportaciones. Incluso en 1952 los pagos previstos por el Acuerdo de Londres llegaron al 3,35 por ciento de los ingresos alemanes por exportaciones, los cuales alcanzaban 16.908 millones de marcos. Debido al fuerte incremento de las exportaciones alemanas, que en 1960 alcanzaron los 47.952 millones de marcos y que en 1970 representaban 125.280 millones, tal porcentaje pudo haberse reducido incluso por debajo del uno por ciento si Alemania no hubiese comenzado en 1953 a transferir anualmente más dinero del que estaba obligada. Así, para los años 60, con excepción de unas minúsculas cantidades remanentes, todas sus deudas habían sido repagadas adelantadamente.



     Propósitos y consecuencias

En resumen, se podría sostener que los propósitos del Acuerdo de Londres fueron plenamente alcanzados. A diferencia de las estrategias utilizadas durante la República de Weimar, no se verificó una parálisis de la política económica alemana; el país se concentró en su reconstrucción económica en lugar de intentar probar, o incluso ocasionar, su incapacidad para satisfacer los pagos impuesto.
Las deudas remanentes eran soportables para Alemania y, por ende, facilitaron una planeación financiera coherente. La República Federal de Alemania se convirtió en un deudor predecible en el mercado monetario mundial y obtuvo créditos frescos; su moneda permaneció estable y, desde 1958 en adelante, era libremente convertible. Finalmente, las empresas extranjeras pudieron anticipar el desarrollo económico posterior e invertir en la reconstrucción de Alemania.
Por todo lo anterior, se torna evidente que el Acuerdo de Londres desempeñó un papel importante en la reconstrucción de Alemania. A través de una renuncia de amplio alcance a las deudas e intereses no cancelados, el Acuerdo le dio una nueva oportunidad a la economía alemana.




Fuente: Tercer mundo económico